"Fayando y fayando"*
"Nos envejece más la cobardÃa que el tiempo. El tiempo sólo arruga la piel. El miedo arruga el alma" Facundo Cabral
Hoy
la Justicia ocupa el lugar central de la vidriera donde se exhibe lo
peor de la Argentina, tanto por el enorme desprestigio que la rodea,
cuanto por la discusión acerca de las reformas necesarias. Las
responsabilidades alcanzan a los tres poderes del Estado, y su buen
desempeño, con independencia, seriedad y celeridad, resulta esencial
para nuestra propia convivencia como sociedad y para la inserción de
nuestro paÃs en el mundo, con la consecuente llegada de indispensables
inversiones: para que la incidencia de la deuda pública en el PBI
descienda, éste debe crecer y, por otra parte, el millón de empleados
públicos que sobran sólo podrán ser despedidos cuando la actividad
privada pueda absorberlos.
El
inventario de los males que la aquejan incluye la modificación
kirchnerista del Consejo de la Magistratura, la nefasta aceptación de la
renuncia de los magistrados cuestionados, el inicuo comportamiento de
los jueces federales, el enriquecimiento inexplicado de algunos, la
falta de preparación de otros, la colonización del fuero penal por la
escuela garantista (herencia de Zaffaroni), la industria de los juicios
laborales, la enorme duración de los procesos, el colapso edilicio y la
falta de equipamiento informático, el nepo/amiguismo en el ingreso del
personal a la carrera judicial y varios etcéteras.
Una
vez más, y por razones cada vez más repugnantes, ha vuelto a ser
cuestionada. Regresó a la picota por obra del Juez Ariel Lijo y su orden
de detención del ex Vicepresidente, Amado Boudou. En la nota anterior,
"Punteros, malandras y porongas", ya expresé mi opinión sobre el tema,
pero la difusión de las imágenes y filmaciones captadas durante el
procedimiento ha suscitado una discusión que amerita otro análisis, ya
que una parte de la ciudadanÃa y del periodismo se rasgó las vestiduras
frente a la presunta e humillación a la que habrÃa sido sometido el reo
-se trata de un delincuente común, cómplice y testaferro del régimen
saqueador que acaba de pasar a la historia- cuando se lo vio en piyama,
descalzo y despeinado, mientras se le leÃa la orden de prisión.
Comenzó
una polémica, amplificada en las redes sociales, acerca de la eventual
violación de los derechos humanos del imputado, y otra vez se reveló
nuestro costado más hipócrita. Nada se dijo de los perjuicios directos
que este incansable ladrón causó a los más humildes y desprotegidos de
nuestros conciudadanos, muchos de los cuales siguen descalzos -hace poco
tiempo se viralizó la fotografÃa de un chico en un colegio rural, sin
zapatos, mientras portaba la bandera- sino que se olvidaron las
situaciones, mil veces más graves, que afectan a los militares y civiles
presos, muchos sin condena firme, desde hace tantos años.
Los
recientes presos por corrupción, mucho más jóvenes, son trasladados al
Hospital Penitenciario de Ezeiza, donde pueden comprobar en carne propia
la precariedad de las instalaciones y de los servicios que allà se
brindan; pero los antiguos huéspedes son ancianos cuya edad promedio
supera los 76 años y presentan patologÃas de toda Ãndole, incluyendo
numerosos de casos de cáncer terminal, están casi ciegos o paralizados.
Entre
los muchos casos que fueron llevados en penosas condiciones a los
tribunales que los juzgan en los procesos mal llamados de "lesa
humanidad", hombres de edad muy avanzada, algunos de los cuales se
encuentran afectados por males de Alzheimer y Parkinson, los más
emblemáticos fueron los del General Antonio Bussi y del Comisario Luis
Patti. Además de recordar que fueron elegidos por sus vecinos varias
veces como Gobernador de Tucumán e Intendente de Escobar,
respectivamente, fueron obligados a comparecer estando cuadripléjicos;
sus penosas fotografÃas en camilla recorrieron el mundo y, sin embargo,
no hubo queja alguna de parte de los organismos de pseudo derechos
humanos, ni se levantó una sola voz desde la polÃtica que se refiriera a
ellos. Ahora, muerto el primero y cuando los jueces decretaron la
prisión domiciliaria del segundo, se organizan escraches para
repudiarlo; ¿se necesita alguna muestra más de la tuerta mirada de esas
organizaciones? Pero no fueron los únicos episodios aberrantes de este
largo perÃodo de venganza canÃbal que se desatara a partir de la llegada
del kirchnerismo al poder y que el gobierno de Cambiemos no ha hecho
nada por interrumpir.
El
mes pasado, desde el penal de Ezeiza fueron llevados a un tribunal de
BahÃa Blanca un grupo de detenidos; el traslado se efectuó en un camión
celular, destartalado y sucio, a pesar de la avanzada edad -superaban
los 82 años- y de las enfermedades de los imputados. Por la noche y
durante doce horas, con las luces interiores encendidas permanentemente y
las ventanillas cegadas, se los trató como ganado; entre otros
comportamientos humillantes, el vehÃculo no se detuvo ni para que
pudieran ir al baño -el existente en el interior estaba clausurado- y
debieron utilizar en su reemplazo botellas provistas por los agentes
penitenciarios. Tampoco hubo entonces queja alguna, ni reacción de la
SecretarÃa de Derechos Humanos. El contraste con el trato brindado a los
presos por corrupción, que incluyen traslados en avión y vehÃculos de
alta gama, no puede resultar más repulsivo.
El
otro aspecto de la cuestión Boudou se centró en la orden de prisión
preventiva del ex funcionario. La ley establece que esa medida de
privación de la libertad se debe decretar cuando existe peligro de fuga o
se puede poner el riesgo la investigación; dada la edad de los
militares y su falta de medios económicos, pensar que puedan escaparse
serÃa una estupidez, y nadie podrÃa alterar las pruebas en hechos
ocurridos hace cuarenta años.
No
puede exceder de los dos años, prorrogable por un año más si hubiera
fundamentos. En el caso de los presos polÃticos, amén de otras
aberraciones violatorias de todos los principios del derecho que
sustentan el edificio de la civilización occidental -irretroactividad de
la ley penal, juez natural, legalidad, principio de inocencia, etc.-
esos lÃmites han sido superados exageradamente. Para poner números
concretos, hay que decir que el 76% no tiene condena firme, y el
promedio de extensión de sus prisiones preventivas llega a los 6 años,
aunque en algunos casos alcanzan a los 15; peor aún, 287 detenidos en
esas circunstancias ni siquiera han llegado a juicio, o sea, nunca han
sido declarados culpables de los crÃmenes que se le imputan.
Tengo esperanzas en que la reciente renuncia de la Procuradora General de la Nación, la inefable Alejandra ¡Giles! Carbó,
que tendrá efecto a partir del 31 de diciembre próximo, y la reforma de
la ley del Ministerio Público, en tratamiento hoy en el Congreso,
permita el rápido desplazamiento de los innumerables impresentables
disfrazados de fiscales con los que colonizó los tribunales, con la
obvia complicidad de esos otros canallas, los jueces -verdaderos
asesinos togados- que llevaron adelante los juicios de la venganza.
¡Teléfono
para Germán Garavano, Ministro de Justicia, y para Claudio Avruj,
Secretario de Derechos Humanos! No se puede ser acomplejado ni timorato,
en especial cuando enfrente están los mismos que pretenden destituir al
Gobierno y convocan a organizar comandos de resistencia sin que a nadie
se le mueva un pelo.
(*) De "Yira, yira", tango de Enrique Santos Discépolo
"FAYANDO Y FAYANDO", por Enrique G. Avogadro
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