"Sólo hay un riesgo que deberías evitar a toda
costa, y es el riesgo de no hacer nada".
Denis Waitley
Dentro
de quince días, los argentinos volveremos a las urnas para decidir si
queremos vivir en una República o en un sistema autocrático, populista y
corrupto. La economía está mal, muy mal, pero me resulta impensable
que, a cambio de renovados espejitos de colores que nos han resultado
tan caros en el pasado, sigamos suicidándonos en cuotas. Está en
nosotros, sin desfallecer, hacer todo lo necesario para dar vuelta el
resultado de las PASO, puesto que el país está hoy realmente en peligro.
Mi
ilusión se funda tanto en la insospechada y multitudinaria recepción
que los pueblos y ciudades tributan a Mauricio Macri en sus periplos
diarios cuanto en los horrores que ya exhibe la campaña del Frente para
Todos como muestra de lo que sucederá si la fórmula Fernández² se hace
con el triunfo. Y, además, en que recuerdo las elecciones de 1983,
cuando Raúl Alfonsín, a quien todas las encuestas daban perdedor frente
al peronismo unido, que presentaba a Italo Luder, las ganó ampliamente.
Porque,
como sucedió con aquel rey que pretendió que todos sus súbditos lo
imaginaran revestido de ropajes, aquí también basta la mirada de un niño
para anunciar que Alberto Fernández está desnudo.
Cristina
Fernández, amparada en la enfermedad de su hija, guarda silencio y
desaparece de escena para no arruinar el relato de amor y paz de su
candidato. Sin embargo, las contradicciones entre ambos surgen
claramente todos los días: Alberto dice que su compañera tendrá "cero injerencia" en
su gobierno y sólo aportará su experiencia; pero, mientras pide a las
organizaciones sociales que dejen la calle, éstas (indisolubles aliadas
de la viuda) responden que no lo harán mientras Macri gobierne, y que
seguirán ocupándola, con la misma metodología, si él resulta ganador. Se
exhibe como pacificador, pero aparece en las fotos rodeado por lo peor
del sindicalismo violento y corrupto: Roberto Baradel, Hugo Moyano, Hugo
Yatsky, etc.. Polemiza con Patricia Bullrich, y se ubica del lado de
los delincuentes, tal como preconiza su amigo y socio Raúl Zaffaroni, y
contra la Policía y la seguridad ciudadana.
Envía
a Estados Unidos a Sergio Massa, quien declaró que el régimen
venezolano es totalitario, para intentar explicar que tendrá un racional
posicionamiento internacional si llegara al poder pero, a contrapelo,
la dueña del espacio lo obliga a decir que retirará a la Argentina del
Grupo de Lima, que intenta encontrar una salida pacífica a la tiranía
torturadora y asesina de Nicolás Maduro, mientras aparecen serios
indicios de participación de cubanos en su campaña electoral.
Para
confirmar ese giro, en el absurdo Parlasur los votos de los diputados
kirchneristas se sumaron a los chavistas para impedir que el organismo
condenara al régimen caribeño, marcando claramente cuál será la postura
real de su eventual gobierno, que pretende recrear la Unasur y el
siniestro Foro de San Pablo, con el apoyo de Rafael Correa y Luiz Inácio
Lula da Silva, y volver a las andadas clepto-populistas que arrasaron
América del Sur, como están intentando hacer violentamente en Ecuador.
Anímal Fernández
anunció que, si triunfa Axel Kiciloff, gobernará la Provincia como lo
hubiera hecho él si hubiera ganado en 2015. ¡Menuda amenaza para los
bonaerenses, que entonces lo repudiaron por considerarlo gerente del
narcotráfico! Si le sumamos la afirmación del propio candidato, que
atribuyó a la pérdida de trabajo el crecimiento del narcomenudeo, tal
vez el resultado sea la confirmación de los dichos del primero.
Pero
la situación más vergonzosa, dado que afecta nada menos que al Poder
Judicial en todas sus instancias y permite calificar a sus miembros como
prevaricadores seriales, se da a partir de las PASO. Ya ocho detenidos
preventivamente en las causas de corrupción han sido dejados en libertad
invocando los plazos máximos legales para la prisión, la imposibilidad
de alterar las pruebas del proceso o la falta de peligro de fuga, la
edad de los imputados cuando superan los 70 años, o razones de salud, ya
que el Servicio Penitenciario no tiene posibilidades de atenderlas.
Pero,
mientras tanto, 1500 ancianos, con edades y plazos de encarcelamiento
sin condena que superan largamente todos esos parámetros y que padecen
enfermedades gravísimas o terminales, son mantenidos en las mazmorras
por el solo hecho de haber sido acusados de delitos de lesa humanidad
que habrían sido cometidos hace más de 43 años, marcando así una
discriminación que clama al cielo. No existe un caso similar en el mundo
occidental, donde rige el Tratado de Roma y las infracciones son
juzgadas por el Tribunal Penal Internacional, ante el cual no pueden
invocarse leyes posteriores al hecho del proceso y donde rige el
principio de inocencia.
El
Gobierno ha dado en el tema algunos pasos positivos, aunque tardíos,
como la presencia presidencial en el acto de reconocimiento a quienes
cayeron defendiendo el Regimiento de Monte 29, en plena democracia,
contra un ataque de Montoneros. También lo fue la pretensión, ya anulada
por esa Justicia tuerta, de limitar el monto de las indemnizaciones a
aquéllos que dicen haberse visto obligados a emigrar durante el Proceso,
hoy equivalentes a las que se pagaron a las familias de los
desaparecidos, a los guerrilleros asesinados por las propias
organizaciones subversivas e, incluso, a quienes murieron cometiendo
atentados o atacando unidades militares.