"Quien controla el miedo de los individuos,
se convierte en dueño de sus almas".
Nicola Machiavelo
El
kirchnerismo ha aprovechado el confinamiento extremo para avanzar con
prisa y sin pausa sobre los derechos constitucionales y las
instituciones, sobre todo aquéllas vinculadas a la disposición de fondos
y al control del proceder del Ejecutivo y de las personas que ocupan
cargos públicos. La ciudadanía, aún sometida a la campaña de terror
iniciada por la prensa internacional y aprovechada por los populismos de
todo signo, ha reaccionado a esas movidas con tolerancia bovina.
Sin
embargo, la semana deparó una luz de esperanza frente a la degradación
que este anómalo presente ha permitido: el jueves, la bancada opositora
en el Senado, indignada por una arbitraria modificación de las reglas
pactadas para las sesiones virtuales, hizo valer su número y evitó que
Cristina Kirchner obtuviera la aprobación del anacrónico proyecto de ley
de alquileres que, al imponer nuevas regulaciones estatales,
paralizaría al mercado inmobiliario y lo haría retroceder casi siete
décadas.
Lo
relevante fue que esa actitud contó con el apoyo de los veintinueve
senadores que integran el bloque encabezado por Luis Petcoff Naidenoff.
Ese número, de mantenerse, constituiría una insuperable barrera para la
intención de designar Procurador General de la Nación, es decir, jefe de
todos los fiscales federales, al Juez Daniel Rafecas.
Ya
que será extendida a todo el país la vigencia del nuevo Código Procesal
Penal, los subordinados del Procurador pasarán a decidir la apertura -o
no- de las causas judiciales por corrupción y otros delitos federales y
a conducir la etapa de instrucción de las mismas, limitando a los
jueces a controlar la legalidad de los procedimientos. Si recordamos que
Rafecas fue quien dispuso, sin investigación, el archivo de la denuncia
que costó la vida al Fiscal Alberto Nisman contra la actual
Vicepresidente por la firma del memorándum con Irán, podremos tener una
verdadera dimensión acerca del triunfo que ese nombramiento significaría
para Cristina Fernández en su bastarda guerra contra la Justicia.
Basta sumarla a la que ya obtuvo con la designación de Carlos "Chino" Zaninni
como Procurador del Tesoro, aún cuando se encuentra procesado por
corrupción. Este caso es aún más grave, desde el punto de vista
económico, porque se ha convertido en una enorme piedra en el zapato de
la Juez Loretta Prieska, que tiene a su cargo el monumental juicio que
inició en 2015 el fondo Burford Capital (¿estará Cristina Fernández
detrás?) contra la Argentina por el incumplimiento del contrato social
de YPF cuando se estatizó el 51% de la empresa ignorando al 25% de los
Eskenazy/Kirchner, cuyos derechos compró; la magistrada rechazó ayer la
posibilidad de que la acción fuera juzgada en nuestro país precisamente
porque Zaninni, jefe de los abogados del Estado, podía influir en
nuestra Justicia.
La
sociedad entera debiera estar alerta y vigilante frente a la
probabilidad de que algunos de los senadores que esta semana obedecieron
la decisión colectiva del bloque opositor acompañe el proyecto
kirchnerista, sea votando a favor de esa cuestionada designación, sea
ausentándose de la sesión. Porque algunos gobernadores de Cambiemos, de
quienes dependen los legisladores, pueden sentirse obligados por sus
necesidades a acompañar la propuesta, dado que sus provincias dependen
mucho de los dineros que llegan desde la Casa Rosada.
El otro punto destacable de lo sucedido esta semana está vinculada a la publicación, en el sitio "Cohete a la luna", de Horacio "Perro"
Verbitsky, de la lista de quienes sacaron dólares -calificado como
"fuga" por el oficialismo, pese a ser legal- del circuito bancario. La
pretensión era demostrar que los empresarios vinculados a Mauricio Macri
eran los malos de la película pero, sorprendentemente, el listado
estuvo encabezado por testaferros y amigos de los Kirchner, en especial
por los miembros de la familia Eskenazy, quienes prestaron su nombre
para la costosísima apropiación del 25% de YPF.
Puede
adjudicarse ese tiro en el pie a una de dos razones: a) una nueva
demostración de la torpeza con que se maneja el kirchnerismo, algo que
se confirma con sólo mirar a las formas en que ha negociado la deuda y
en que ha conducido las relaciones internacionales, o b) a una
complicada movida interna dentro del oficialismo, también habitual como
lo demuestran las contradicciones entre los ministros y sus
subordinados, debidos al "loteo" que Alberto Fernández ha implementado
para dar cabida a los fieles del Instituto Patria y de la Cámpora y a
los jerarcas de los movimientos sociales, que se han adueñado de los
fondos de ayuda a los necesitados.
Por
ahora, nos mantendrán encerrados otras tres semanas. Mientras tanto, la
economía continuará hundiéndose en una miseria sin fondo.